Monday, September 16, 2019


Qué busca Trump………..? 
Rubén M. Perina   /07/2018 -
Las recientes declaraciones y comportamiento del presidente Donald Trump en reuniones con lideres de la Unión Europea, la OTAN y con el Presidente Putin (Julio 11-16) han causado una avalancha de repudio y críticas en el interior el “establishment” norteamericano.
La indignación y los reproches provienen de columnistas y editoriales de medios escritos como el Washington PostThe New York Times e inclusive del muy republicano The Wall Street Journal, o de medios televisivos como CNN o NBC y hasta de FOX (prácticamente el vocero de Trump), así como de académicos expertos de think tanks, ex diplomáticos y militares, u oficiales de los servicios de inteligencia (CIA, FBI, NID), y por supuesto de políticos y jerarcas legislativos del partido demócrata y del propio partido republicano, del presidente. Y es de suponer que los 66 millones que votaron por Hillary Clinton en 2016 tampoco estarán muy satisfechos con su conducta.
En primer lugar, ¿qué hizo Trump para causar tanta conmoción en el “establishment”?Para sus miembros, sus dichos públicos o vía twitter contra las primeras ministras Theresa May, de Gran Bretaña, por su manejo del Brexit, o contra la Angela Merkel, de Alemania, por su postura vis-a -vis la inmigración o el oleoducto proveniente de Rusia, han sido humillantes e improcedentes para tan importantes y tradicionales aliados.
Inaceptable también ha sido su caracterización de la Unión Europea como enemiga (“foe”) en materia comercial, mientras que a la OTAN (organismo de transatlántico de seguridad colectiva) la ha descalificado como anacrónica y abusiva de la generosidad de Estados Unidos. Para el “establishment”, la conducta de Trump sólo ha logrado distanciar a Estados Unidos de sus principales aliados.
Por otro lado, su visita con Putin y los posteriores comentarios benévolos y conciliatorios hacia el autócrata ruso, han desatado aún más la ira y el rechazo del “establishment.” Es que Putin es considerado el principal adversario, sino el enemigo, de los Estados Unidos en el concierto internacional, por su poderío nuclear, espacial y agresividad militar (intervenciones en Georgia, Crimea, Siria) y ciberespacial. Putin representa, el desafío más directo y peligroso para la seguridad y la democracia norteamericana y del mundo.
Los recientes informes de los organismos de inteligencia han confirmado su interferencia en las elecciones de 2016 a favor de Trump, así como sus persistentes intentos de penetrar y erosionar el sistema político y la infraestructura ciberespacial y física (energética, por ejemplo) de Estados Unidos. También lo han ratificado el Comité de Inteligencia del Senado y su propio Departamento de Justicia, que ha sancionado a varios “oligarcas” rusos e imputado a doce agentes de inteligencia rusos.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, esperan comenzar una reunión en Helsinki (AFP).
Lo más ofensivo y desconcertante para el “establishment” fueron sus declaraciones en la conferencia de prensa conjunta, al final de la reunión con Putin. Allí Trump prácticamente rechazó los informes de sus propias agencias de inteligencia y prefirió aceptar la negativa de Putin sobre su interferencia en las elecciones. Luego, ante el generalizado rechazo que provocaron sus dichos, trató de retractarse, pero ya nadie le creyó, dada su historia de mentiras y desmentidas. El ex jefe de la CIA, John Brennan, hasta consideró que los dichos y acciones del presidente se acercaban peligrosamente a actos de traición a la patria.
Un segundo punto es que los críticos del presidente, sin embargo, no alcanzan a explicar o comprender su conducta. Para algunos, Trump rechaza los informes de interferencia rusa en las elecciones de 2016 porque ello supone aceptar el cuestionamiento a la legitimidad de su triunfo electoral. Lo único que pareciera preocuparle es su ego, su popularidad personal, más que la amenaza a la seguridad y democracia norteamericana.
Por otro lado, nadie parece tener claro cuál es su objetivo o estrategia vis-a-vis Rusia, más allá de sus anodinos comentarios de que es mejor tener buenas relaciones con ese país. Lo que es claro para muchos es que su conducta es revolucionaria o disruptiva del sistema internacional de los últimos 70 años.
Por diseño (¿Steve Bannon?) o por ignorancia o improvisación, lo que sí parece estar consiguiendo este personaje por sí sólo (¿en complicidad inadvertida con Putin? Atención los “estruturalistas”) es la división en la alianza transatlántica liberal que el propio Estados Unidos lideró y construyó con instituciones como la OTAN y la Unión Europea después de la Segunda Guerra mundial,  alianza que luego lideró la construcción de un orden internacional con instituciones como la ONU, la OMC, el G7 y otras; un orden liberal de relativa estabilidad y prosperidad.
La incógnita ahora es si esta turbulencia trumpiana es sólo transitoria, o si estamos en el portal de un camino al pasado (siglos XVII-XIX) hacia un sistema internacional multipolar donde predominarían el nacionalismo, el unilateralismo y la competencia o la lucha por el poder de todos contra todos (realismo puro), y donde cada una de las potencias que lo componen buscaría  aumentar su poderío económico y militar y su seguridad,  con alianzas circunstanciales para prevenir que cualquiera de ellas predomine sobre las otras. Esto es, el retorno a un nuevo sistema de balance de poder.
* Rubén M. Perina es profesor de la George Washington University



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