Monday, September 16, 2019


¿Opción Militar para Venezuela?
Tribuna Clarin

Se necesita algo más para desalojar al dictador Maduro. Pero las consecuencias domésticas e internacionales de una invasión militar a territorio venezolano serían imprevisibles.
 22/09/2018
·       Crisis En Venezuela
·       Opinión
Ya nadie duda que Venezuela se encuentra bajo una dictadura militar, presidida por Nicolás Maduro. Los devastadores informes de Secretario General de la OEA, Luis Almagro, y de la Comisión Inter-Americana de Derechos Humanos (CIDH) han confirmado extensamente el desmantelamiento del orden democrático, la violación de los derechos humanos, la represión, persecución, encarcelamiento y asesinato de miembros de la oposición y de la prensa libre. También han expuesto la calamitosa crisis humanitaria que azota el país, por falta de medicinas, alimentos y servicios elementales, que ha producido un desgarrador éxodo de más de 2 millones de venezolanos --resultante ello del colapso económico y financiero del estado venezolano. Tampoco es un secreto que el fallido estado está copado por el narcotráfico, la corrupción y el lavado de dinero, y que al régimen lo sostiene la inteligencia cubana, el apoyo militar y financiero geo-estratégico de China y Rusia, y, por supuesto, la cúpula militar insertada por todo el régimen.
En el frente diplomático, gracias al liderazgo del grupo de Lima (los 14 países más importantes de América Latina) y del Secretario General de la OEA, se ha observado una importante demostración de no-indiferencia con la trágica situación en Venezuela y de solidaridad con su pueblo. En junio pasado, en la Asamblea General de la OEA, la mayoría de los Estados miembros adoptó una Resolución que le recuerda a Maduro que su elección de 2017 carece de legitimidad y que ha alterado el orden democrático; que llama al diálogo nacional para celebrar elecciones legítimas; y que, en una señal de impaciencia diplomática inusual, exhorta a los Estados miembros a “implementar… las medidas que estimen conveniente a nivel político, económico y financiero para coadyuvar al restablecimiento del orden democrático en Venezuela.” EEUU, Canadá, Panamá, Suiza y la Unión Europea ya han impuesto sanciones financieras contra individuos vinculados al régimen madurista; pero la presión NO ha sido suficiente para restaurar la democracia y la observancia de los derechos humanos. Además las propuestas de buenos oficios y ayuda humanitaria han sido rechazadas. Es obvio que se necesita algo más para desalojar al dictador Maduro.

Una opción es aumentar las sanciones unilaterales y multilaterales, incluyendo suspensión de los organismos internacionales, congelamiento de cuentas y bienes, cese de relaciones diplomáticas y/o comerciales, como las importaciones norteamericanas de petróleo venezolano o de sus exportaciones de derivados y gasolina a Venezuela.
Pero una intervención militar, como lo sugirió el Presidente Trump, es un camino demasiado arriesgado e inseguro. Las consecuencias domésticas e internacionales de una invasión militar a territorio venezolano son imprevisibles. Aunque su propósito fuese detener una calamidad humanitaria, nadie sabe cómo ni cuándo terminaría, ni cuál sería su costo en sangre y dinero. La probabilidad de un consenso en la OEA o en la ONU para autorizar una fuerza multilateral es casi nula; y pocos o nadie apoyaría una invasión unilateral de Estados Unidos. Ver la Declaración del Grupo de Lima sobre el tema (15-9-2018).
Por otro lado, la historia del hemisferio exhibe ejemplos de opciones “militares” anti-dictatoriales que no implicaron invasión militar directa. En la década de los 50 y 60 gobiernos democráticos apoyaron fuerzas irregulares (la Legión del Caribe) que pretendían derrocar las dictaduras de Somoza, Trujillo, Batista, Duvalier. En la década de los 80 Estados Unidos respaldó rebeldes anti-sandinistas (los “Contras”) que forzaron a la dictadura Sandinista a convocar elecciones. También invadió República Dominicana en 1965 y Grenada en 1983 para prevenir el control castro/comunista, y Panamá en 1989 para extirpar al dictador y narcotraficante Manuel Noriega y restaurar la democracia; y  apoyó rebeldes anti-comunistas para derrocar gobiernos democráticos de izquierda (Guatemala en 1954 y Chile en 1973), o para derrocar a Castro incluyendo un bloqueo naval; mientras que la alianza soviética/castrista apoyaba guerrillas rurales y urbanas para derrocar gobiernos militares y/o democráticos por todas las Américas.
Mirá también

Dada la experiencia histórica y la militarización y radicalización de la dictadura madurista, la opción militar siempre estará presente, particularmente si el régimen se convierte en una amenaza real para la seguridad de los vecinos --como ya parece serlo. ¿Quién duda que el narcotráfico, la calamidad humanitaria y migratoria, y el apoyo a la guerrillas colombiana no es una amenaza para la estabilidad regional?
Por ejemplo, en caso de una agresión militar del régimen contra un vecino (para desviar atención de la catástrofe interna), o de verificarse el apoyo a las guerrillas colombianas, no es descartable la invocación del Tratado Inter-Americano de Asistencia Recíproca, como se hizo en situaciones de esa naturaleza en las décadas de los 50 y 60. En ese contexto, tampoco es de ignorar la posibilidad de un embargo de armas, un bloqueo aéreo/naval, o el apoyo militar (inteligencia, logística, comunicaciones, armas), para respaldar o proteger una rebelión armada cívico/militar o un nuevo gobierno que haya destituido a Maduro. Es de recordar que el artículo 350 de la Constitución Bolivariana autoriza a sus ciudadanos a desconocer “cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”.
Mirá también

La opción militar para derrocar una tiranía atrincherada es la menos deseable y la más riesgosa, pero siempre estará presente cuando todas las otras opciones diplomáticas, cívicas y democráticas se hayan clausurado.

No comments:

Post a Comment