Wednesday, June 13, 2018


07/04/2018 - 10:28
Clarin, Tribuna
Desafíos de la Cumbre de Lima
Rubén M. Perina

La reciente renuncia del presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski puso en dudas la realización de la Cumbre de presidentes en Lima el próximo (abril 13-14). Sin embargo, el nuevo presidente, Martín Vizcarra (ex vicepresidente primero), confirmó que ella se realizará tal como programado. La Cumbre de las Américas es importante no sólo porque que ofrece a los mandatarios demócratas del hemisferio la oportunidad para conocerse mejor e intercambiar ideas sobre los desafíos más relevantes que enfrentan individual y colectivamente, sino también porque en esta ocasión el tema a tratarse es “la gobernabilidad democrática frente a la corrupción.”
La corrupción, el cáncer de la democracia, no desconoce nadie y es causa de la crisis de gobernanza que atraviesan varios gobiernos de la región, revelando además la debilidad de las instituciones democráticas para combatirla y extirparla de la cultura política. Pero igual de importante en esa ocasión es que la cancillería peruana también ratificó que el presidente Maduro de Venezuela no está invitado y no entraría al Perú “por cielo ni por suelo.”
Esto en consonancia con la declaración del 13 de febrero del Grupo de Lima (los 14 países más importantes del hemisferio más Estados Unidos). Maduro insiste que irá y hasta se rumorea que llegará como parte de la delegación de Bolivia, lo que causaría una verdadera crisis diplomática de consecuencias impredecibles.No se puede más que aplaudir esa decisión peruana. Los dictadores no pertenecen en las Cumbres. Raúl Castro, el dictador cubano, tampoco debería ser invitado a participar. En la Cumbre de Quebec, Canadá, en 2001 los presidentes de ese entonces destacaron que “el mantenimiento y fortalecimiento del Estado de Derecho y el respeto estricto al sistema democrático son….un propósito y un compromiso compartido, así como una condición esencial de nuestra presencia en ésta y en futuras Cumbres. En consecuencia, cualquier alteración o ruptura inconstitucional del orden democrático en un Estado del Hemisferio constituye un obstáculo insuperable para la participación del Gobierno de dicho Estado en el proceso de Cumbres...”
La Cumbre de Lima tiene además el atractivo de que contará con la presencia del enigmático y controvertido presidente norteamericano, Donald Trump. Sus pares podrán escuchar en directo qué tiene en mente este señor para las relaciones inter-americanas. Hasta ahora lo más saliente de su “política” hacia América Latina parece ser, por un lado, su obsesión por construir un muro en la frontera con Mexico para contener la entrada ilegal de inmigrantes “indeseables” del sur y el tráfico de drogas. Una insensatez en ambos casos. Aunque parece haberse dado cuenta finalmente de que Mexico no lo pagará como él prometió, ni el Congreso se lo financiará. Por otro lado, lo único rescatable de su errática política exterior, es su dura y punzante política de sanciones diplomáticas y financieras contra los personeros de la dictadura madurista, y su endurecimiento de las relaciones con la dictadura castrista.
Nadie se sorprenderá si en la Cumbre anuncia nuevas y más drásticas sanciones contra ambas dictaduras. El gran desafío de los mandatarios es culminar la Cumbre con un consenso o acuerdo mayoritario: 
1. Recomendando o instando a sus miembros la adopción de mecanismos nacionales/internacionales de lucha contra la corrupción como la exitosa Comisión Internacional contra la Impunidad (CICIG), implementada en Guatemala por Naciones Unidas, o como La Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad (MACCIH) de la OEA en Honduras. 
2. Ratificando su compromiso de Quebec de excluir de las Cumbres a gobiernos que no respetan el orden democrático/constitucional, ni los compromisos hemisféricos para el ejercicio y defensa de la democracia, como la Carta Democrática Inter-Americana.
3. Reiterando al régimen madurista, en consonancia con la declaración del Grupo de Lima y la resolución de la OEA (febrero 23), que se rechaza la alteración del orden democrático; que no se reconoce a la Asamblea Nacional Constituyente por inconstitucional; que no se acepta el adelanto de las elecciones presidenciales sin garantías suficientes; que se establezca un calendario electoral que garantice la realización de elecciones integras, con observación internacional; y que se advierte que de lo contrario no se reconocerá al nuevo gobierno. 
4. Y finalmente, ofreciendo la facilitación de un acuerdo entre el gobierno y la oposición que garantice la realización de elecciones íntegras y la posibilidad de que personeros del régimen puedan exiliarse en caso que pierdan las mismas; comprometiéndose, en su defecto, a adoptar mayores sanciones punitivas contra los personeros del régimen y el estado venezolano, y a autorizar inclusive, a través de la OEA, a sus miembros a tomar todas las medidas necesarias para restaurar la democracia -particularmente si se concluye que Venezuela se ha convertido en una amenaza real e inmediata para la seguridad y paz de sus vecinos y la región.
Rubén M. Perina es ex funcionario de OEA y catedrático de la George Washington University




09/05/2018 - 23:01
Debate

Ideas y organismos que terminaron desvirtuados:
UNASUR, un organismo inoperante y obsoleto





         UNASURLatinoamérica
La decisión de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú, el pasado 20 de abril, de suspender por tiempo indefinido su participación en UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) obedeció ostensiblemente a razones concretas y prácticas que han obstaculizado el funcionamiento del organismo. Aunque el trasfondo ideológico es innegable y relevante.

En primer lugar, el plan de trabajo propuesto por Argentina durante su presidencia pro-tempore (abril 2017-abril 2018) para articular con otros organismos regionales proyectos de integración física y energética, uno de los principales objetivos de UNASUR, nunca fue aprobado. Segundo, desde que terminó su mandato Ernesto Samper (2017), los estados miembros no han logrado consenso para nombrar un nuevo Secretario General. El candidato propuesto por Argentina, el embajador Octavio Bordón, fue vetado por Bolivia y Venezuela, pero tampoco se presentaron alternativas. La Secretaría General permanece acéfala, sin dirección política. En tercer lugar, la Secretaría se encuentra inoperante por enfrentamientos político/burocráticos internos entre facciones de funcionarios, involucrando al jefe de gabinete y directores de las diferentes áreas. Finalmente, no ha habido liderazgo ni consenso para la realización de las reuniones de los órganos colectivos de decisión: las bimestrales del Consejo de Delegados, las semestrales del Consejo de Cancilleres, ni las anuales de los Jefes de Estado.

En vista de esta parálisis político/diplomática y operativa, los Cancilleres del grupo de seis analizaron en Lima la situación y decidieron suspender su participación en el organismo y dejar de pagar sus cuotas hasta que su funcionamiento se normalice.
Pero sería ingenuo ignorar que detrás de esto hay un trasfondo político/ideológico que sustenta la decisión. Es indudable que en la gran mayoría de los estados-naciones de las Américas existe un sesgo ideológico a favor de la democracia representativa y liberal. La lucha por su vigencia y el respeto por los derechos humanos ha marcado la historia de nuestra naciones desde su independencia. La “clausula democrática” de UNASUR (2014), como la Carta Democrática Inter-Americana (2001) cristalizan el compromiso colectivo para la defensa y ejercicio de ese sistema de gobierno.

No es un secreto que en UNASUR Venezuela y Bolivia no adhieren con el mismo apego o entusiasmo a ese compromiso; Ecuador y Uruguay parecen estar en la “cerca” divisoria. Y recordemos que UNASUR fue una creación del ex presidente Chávez, así como del ALBA y la CELAC (ambos moribundos) para marginar a la OEA y a EE.UU. de los asuntos latinoamericanos, y arrogarse el liderazgo de la integración política y económica de la región, con miras a instalar el “socialismo del siglo XXI”, como Castro intentó con el comunismo en la década de los ‘60. La ilusión de Chávez, apoyado sino instigado por Lula y los Kirchners, era conformar un bloque independiente de creciente influencia en el concierto internacional.

La parálisis de UNSASUR resulta también de una clara división política/ideológica entre dos modelos políticos y económicos de desarrollo, comercio e integración regional: Uno autoritario, populista, demagógico y estatista; y el otro democrático y respetuoso del estado de derecho, y pro mercado y libre comercio. Esta tenaz grieta impide llegar a decisiones colectivas, que requieren de consenso y unanimidad, y ha paralizado al organismo para considerar, por ejemplo, la aplicación de la cláusula democrática, a raíz del colapso de la democracia y del estado derecho, la violación de los derechos humanos y la calamidad humanitaria en Venezuela.

O sea, UNASUR no sólo no funciona para facilitar la integración regional, tampoco sirve para defender la democracia y evitar su colapso en Venezuela, con todas sus posibles consecuencias para la paz y la seguridad regional. Chávez dijo una vez que UNASUR era necesaria porque la OEA era obsoleta y no servía para nada. Hoy, parece que es al revés. 

Rubén M. Perina es catedrático de la George Washington University y ex funcionario de la OEA.


Saturday, February 10, 2018

Más Sanciones para el régimen madurista


09/02/2018 - 21:11

Tribuna     Opinión.    Crisis en Venezuela
Venezuela, entre la espada y la pared

                       
Las negociaciones entre el gobierno venezolano y la oposición en República Dominicana (7 de febrero), fracasaron una vez más. Como era de esperar, el gobierno no aceptó ofrecer garantías para una elección presidencial integra y confiable, con observación electoral, como propusieron los cancilleres garantes (Chile, Mexico, Nicaragua, Bolivia) y la oposición.

El “diálogo” y las negociaciones siempre han sido una farsa, evidente desde hace tiempo. La dictadura madurista lo ha usado para engañar a la comunidad internacional y mostrarse “democrático,” mientras que al mismo tiempo ejerce un control autoritario y descarado del poder electoral, el poder judicial y el poder legislativo vía una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) inconstitucional, que actúa más bien como poder destituyente.

El régimen mantiene presos o exiliados a líderes opositores, o simplemente los ejecuta extra-judicialmente como a al ex Capitán Oscar Pérez y otros siete alzados en armas contra la dictadura; inhabilita líderes de la oposición (Capriles, Ledesma, López, Machado); suprime la libertad de prensa; desconoce la legítima Asamblea Nacional, con mayoría absoluta de la oposición desde diciembre de 2015; organiza elecciones regionales fraudulentas (octubre 2017); no permite la ayuda humanitaria, porque develará la calamidad que azota al pueblo venezolano, y fuerza el éxodo de 4 millones de votantes de la oposición. En medio de las negociaciones proscribió ilegalmente a la coalición opositora (Mesa de Unidad Democrática-MUD) para las elecciones, y convocó elecciones anticipadas para el 22 de abril de este año.

A nadie le queda dudas ya de que el verdadero propósito del régimen era usar las negociaciones para perpetuarse en el poder. Ante la farsa, el Paraguay, uno de los invitados independientes como garante del dialogo, nunca se presentó, México y Chile participaron pero se retiraron al develarse las intenciones del régimen.

El fracaso de las negociación y la convocatoria electoral pone a la oposición venezolana entre la espada y la pared. Si no participa en las elecciones presidenciales convocadas adelantadamente por el régimen chavista deja a la población sin alternativa y la cancha abierta a Maduro y sus secuaces, para seguir subyugando al pueblo venezolano indefinidamente y destruyendo al país. Si, por otro lado, participa en elecciones dudosas, no confiables y no observadas, amañadas por el régimen, su derrota está garantizada; y si gana, por si acaso y descuido del régimen, como en las legislativas de diciembre de 2015, tampoco es seguro que el régimen le permita asumir o que no tenga preparado su desconocimiento, como ocurrió con la Asamblea Nacional (AN) por parte de la fraudulenta ANC.

Pero el régimen también se metió entre la espada y la pared. La cúpula del régimen sabe que convocar elecciones limpias, justas y observadas es un suicidio. Los narco-gobernantes y corruptos del régimen saben que al perder, se les termina sus privilegios, inmunidad/impunidad, mantenidas hasta ahora por las armas y la ilegalidad, y van todos presos o a exilio. Por otro lado, si convocan y ganan elecciones no confiables, no observadas, la comunidad internacional no reconocerá su victoria, su aislamiento será mayor y las condenas y sanciones aumentarán, la crisis económica financiera y la calamidad humanitaria empeorarán. Podrá sobrevivir sólo con más represión.

El Grupo del Lima (los 14 países mas importantes del continente ), más Estados Unidos, finalmente se ha dado cuenta de la farsa. Mientras que hasta hace poco le daban prioridad al diálogo, en su último comunicado de Santiago de Chile (enero 2018), desconocen la ANC por inconstitucional, condenan el adelanto de las elecciones (y menos sin garantías suficientes) y advierten que no reconocerán al nuevo gobierno que surja de tales comicios.

Además,  Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea ya han impuesto sanciones financieras y restricciones de viaje contra miembros del régimen, y se están considerando otras sanciones económicas contra el estado venezolano. El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, inclusive ha pedido más sanciones contra miembros del régimen. Así mismo, la Conferencia Episcopal Venezolana ha rechazado la imposición de elecciones al igual que los partidos de Leopoldo López y de María Corina Machado que además han abandonado el dialogo.

La única salida de democrática es un acuerdo y un compromiso firme y vigilado por la comunidad internacional, para la convocación de elecciones integras a su debido tiempo, o sea, elecciones libres, justas, transparentes, sin ventajismos, con nuevas autoridades electorales en el CNE, con libertad de prensa, y, por supuesto, observadas estrictamente por la comunidad internacional.

El Grupo de Lima, convocado el 13 de febrero en Lima, para considerar la situación venezolana debería considerar las consecuencias para la paz y la seguridad regional de la radicalización y atrincheramiento de la dictadura madurista y explorar la imposición, unilateral o colectiva, de serias sanciones diplomáticas, comerciales y financieras contra individuos del régimen y contra el estado venezolano. Podrían empezar excluyendo a Maduro de la próxima Cumbre de las Américas, a realizarse en abril del corriente año.

Rubén M. Perina, ex-funcionario de OEA,  es profesor de la Universidad de George Washington.

El Nacional, Caracas
La comunidad internacional y Venezuela: más sanciones

10 DE FEBRERO DE 2018 12:10 AM

En círculos académicos, diplomáticos y periodísticos de esta capital últimamente ha crecido la inquietud sobre qué más puede hacer la comunidad internacional para contribuir a la restauración del orden democrático en Venezuela. 

Parece que la comunidad internacional ha llegado, finalmente, a dos conclusiones: una, que el gobierno de Maduro es una dictadura, un régimen tirano, sostenido solo por la fuerza y el control de los medios y todos los poderes del Estado, y que además ha sumergido al país en la peor debacle económica de su historia, con una profunda crisis humanitaria, alimentaria y de salud pública; y la otra, que el régimen madurista no se irá “por las buenas”, o sea, por una vía democrática de negociación y elecciones.

La única salida pacífica y democrática de una dictadura es a través de elecciones íntegras y confiables, es decir, elecciones libres, justas, transparentes, sin ventajismos y con libertad de prensa, con autoridades electorales independientes y observadas internacionalmente. Y a esto es lo que la comunidad internacional creyó por años que se llegaría por medio del diálogo y la negociación.  En República Dominicana la negociación fracasó (7 de febrero de 2018) porque siempre ha sido una farsa. Por ello, Paraguay, uno de los invitados como garante del diálogo, nunca se presentó y México se retiró, al igual que Chile, el último esperanzado. 

El régimen pretende dialogar y mostrarse democrático mientras ejerce un control descarado del Poder Electoral, el Poder Judicial y el Poder Legislativo vía una asamblea nacional constituyente inconstitucional, que actúa más bien como poder destituyente. Es que el régimen no puede ir a elecciones íntegras y observadas porque sabe que las pierde. Es suicidarse. La cúpula sabe que al perder se le terminan sus privilegios e impunidad, mantenidos por las armas y la ilegalidad, y van todos presos o al exilio. Pero aun si hubiesen acordado realizar elecciones íntegras, quién podía creer que el régimen las iba a respetar, si ni siquiera respeta su propia Constitución chavista.

En vista del fracaso del diálogo ¿qué medidas o presiones, colectivas o individuales, puede adoptar la comunidad internacional? Para, por ejemplo, convencer a los personeros del régimen de que abandonen pacíficamente su intención de perpetuarse en el poder, ofreciéndoles garantías de seguridad/impunidad (ver el tratado de paz en Colombia) para exiliarse o participar en elecciones íntegras. Veamos el amplio espectro disponible, de declaraciones a sanciones/acciones posibles:

El Grupo del Lima (los 14 países más importantes del continente), más Estados Unidos, hasta hace poco clamaba en la OEA por el diálogo; ahora, en Santiago de Chile (enero de 2018), el grupo desconoció la ANC por inconstitucional, condenó el adelanto de las elecciones (y sin garantías suficientes) y advirtió que no reconocerá al nuevo gobierno electo en tales comicios. El grupo podría excluir a Maduro de la cumbre que se realizará en Lima en abril. Líderes del Congreso peruano ya han pedido que se le declare persona no grata. Es probable que algunos presidentes se sientan incómodos con la presencia de Maduro y Raúl Castro y no participen. Mercosur ya expulsó a Maduro por violar su cláusula democrática en agosto de 2017.

El Grupo de Lima puede adoptar una serie de posibles sanciones no militares contra los personeros del régimen y el Estado venezolano, más allá de la condena, la exclusión o el no reconocimiento; incluyendo, por ejemplo, la ruptura de relaciones diplomáticas, militares y comerciales,  la prohibición de viaje, el congelamiento de  bienes y activos financieros, el embargo (bloqueo) de armamentos, así como de petróleo y sus derivados. Sanciones que podrían perjudicar a la población, pero ¿puede el pueblo venezolano sufrir todavía más agravios y daños de los que está sufriendo ahora, bajo el sofocante y tiránico régimen?

Estados Unidos, por su parte, ya ha sancionado a más de 40 funcionarios del régimen, con prohibición de viaje, congelamiento de bienes y activos financieros, y comienza a explorar otras opciones (gira de Tillerson por varios países de la región, febrero de 2018). El secretario de Estado descartó la opción militar (mencionada por Trump). La región también rechaza categóricamente esa posibilidad. En vista está un embargo petrolero, a pesar de que afectaría importantes intereses económicos en Estados Unidos. Un embargo de armas o un bloqueo militar es probable que no esté totalmente descartado, particularmente si el régimen se convierte en una amenaza seria para  la seguridad y paz de la región.

Venezuela (y su petróleo) está controlada por militares, corruptos, narcotraficantes y lavadores de dinero manejados por la inteligencia militar cubana, una combinación vulnerable a la penetración de  China y Rusia. Esta última nación controla 49% de Citgo, la compañía venezolana de petróleo y distribución de gasolina en Estados Unidos. El régimen madurista depende cada vez más económica, financiera y militarmente de ambos países extra-continentales. Tillerson podría expresarles su interés de que dejen de sostener la dictadura madurista. La cercanía de Trump con Putin podría ayudar.

Por otro lado, Canadá, miembro del Grupo de Lima, y la Unión Europea también  han  impuesto sanciones financieras y prohibiciones de viaje contra miembros  del régimen, y han exigido la apertura de un canal humanitario y la realización de elecciones íntegras y observadas. Las sanciones  probablemente aumenten.

La OEA,  como entidad colectiva, no ha logrado condenar y suspender a la dictadura de Maduro por su violación a la Carta Democrática Interamericana. En la reunión de cancilleres de Cancún  (junio de 2017),  el Grupo de Lima no logró los 18 votos necesarios para adoptar una resolución crítica de la situación en Venezuela. Se opuso la “alianza chavista” compuesta por 14 países del Caribe más Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Sin embargo, su secretario general, Luis Almagro, ha continuado (en solitario) condenando las violaciones de los derechos humanos y a la democracia en Venezuela (ver sus devastadores informes) y ha pedido a la comunidad internacional aumentar las sanciones contra el régimen. También considera enviar a la Corte Penal Internacional un informe de expertos sobre violación de los derechos humanos de lesa humanidad, tras audiencias públicas convocadas por él en la OEA.

El Consejo Permanente de la OEA debería debatir y pronunciarse sobre el reciente informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre Venezuela. La organización es efectiva solo cuando sus diferentes instancias actúan al unísono. ¿Se reunirán los 18 votos necesarios? Puede ser, Jamaica, Santa Lucía (firmantes de la declaración del Grupo de Lima de Santiago) e incluso el Ecuador de Lenín Moreno ya no se sienten cómodos con la dictadura de Maduro, y podrían apoyar una condena al régimen.

Washington, D.C. 8 Febrero 2018



Tuesday, February 6, 2018

La verdadera amenaza a la democracia norteamericana

La Verdadera Amenaza a la Democracia Norteamericana
Rubén M. Perina, Ph.D. *

Los vulgares dichos recientes del Presidente Trump contra migrantes de países de África, Centro América y el Caribe (shitholes o países de mierda, los llamó), son consistentes con sus exabruptos contra  mejicanos, musulmanes y refugiados sirios, a quienes considera una amenaza para la seguridad del país y la prosperidad de los trabajadores de clase media. Incluso en su  discurso  sobre el estado de la Unión no pudo dejar de asociar la inmigración con la inseguridad fronteriza, el crimen, el terrorismo, el narcotráfico, la mano de obra no calificada, los bajos salarios, etc. ¿Refleja esta narrativa el sentimiento y los valores de la mayoría de los norteamericanos, y es la inmigración la verdadera amenaza a la seguridad y prosperidad de EEUU? Veamos.

En primer lugar,  recordemos que Trump perdió el voto popular por 3 millones de votos (62 millones vs 65 millones de Hillary Clinton), y además sus 62m sólo representan el 25.9 % de los votantes elegibles (unos 231 millones). En noviembre de 2016 sólo votó un 55% de los elegibles (123 millones). Sin embargo, por las peculiaridades del sistema electoral norteamericano (elecciones indirectas vía Colegio Electoral, gerrymandering), los republicanos ganaron la presidencia y controlan ambas cámaras legislativas. Trump ganó en distritos estatales claves  porque supo explotar las ansiedades  y descontento de una minoría ignorada por “el establishment,” usando un discurso divisivo, populista, demagógico, nacionalista, proteccionista, anti-establishment,  anti-inmigrante y anti-globalización.

Segundo, su personalidad, estilo de gobernar y comentarios, vía tuit o no, han producido un generalizado rechazo e indignación en gran parte de la opinión pública.  Reconocidos analistas en los más  prestigiosos medios como CNN, MSNBC, PBS, periódicos como el Washington Post y el New York Times, o revistas como Atlantic, El Economist, el New Yorker,  o libros  como Fire and Fury, entre otros, lo tienen calado, lo cuestionan, lo critican, lo resisten.  Exponen diariamente su racismo, su ignorancia, su fanfarronería y narcisismo, sus mentiras y contradicciones, su desprecio por las instituciones, sus ataques descalificadores a sus adversarios políticos,  sus ofensas a mujeres, etc. Y ni hablar de la resistencia y oposición de los Demócratas y del “establishment.” Además un Fiscal especial lo investiga por posible colusión con agentes rusos durante el proceso electoral y/o posible obstrucción de justicia. 

En tercer lugar, unas recientes encuestas nacionales indican que  sólo el 36% aprueba su gestión, mientras que el  58% la desaprueba.  Un 52% piensa  que es racista y  un 70% cree que su conducta no es presidencial.  A finales del año pasado, sus candidatos perdieron elecciones en Virginia y Alabama

Además, sus comentarios no sólo denotan sus prejuicios y una actitud anti-inmigrante y racista, pero también  reflejan su ignorancia y/o desprecio por la historia de la inmigración y lo que ha significado para este país. Trump parece desconocer que EEUU es  tierra de inmigrantes de todas partes del mundo, atraídos por ser la tierra de la libertad y tolerancia religiosa, de las oportunidades económicas. La mayoría reconoce que el desarrollo, dinamismo y grandeza  del país se debe en gran parte a su diversidad y pluralismo racial.  Esa diversidad está aglutinada por la prevalencia de valores e instituciones democráticas que garantizan los derechos y libertades individuales, el estado de derecho, la justicia social,  la igualdad ante la ley y otros valores que afianzan la dignidad humana.

Pero lo triste y lamentable del comportamientos de Trump es que ahonda la grieta socio-cultural y económica entre gran parte de su base electoral minoritaria (población blanca, evangelista, de clase media y baja,  urbana y rural de poca educación) y los que votaron por Hillary. Trump, en vez gobernar para todos, promoviendo el respeto mutuo, la tolerancia y la moderación y el consenso político, más bien exacerba los prejuicios raciales, anti-inmigrantes, y profundiza la actual polarización política. Su demagogia populista contribuye al endurecimiento de posturas ideológicas extremas (liberales vs conservadores) intra e inter-partidarias entre el partido Republicano  y el Demócrata.

La polarización actual contravine las normas y prácticas tradicionales de la democracia norteamericana. Cunde la narrativa divisiva, ríspida, negativa y descalificadora.  El centro moderado  se ve estrujado y paralizado por  los extremos liberales y conservadores de ambos partidos, culminado en la inoperancia y parálisis del sistema político, con drásticas y dramáticas consecuencias para el funcionamiento del gobierno y la aplicación de políticas publicas en salud, medio ambiente, inmigración, defensa y otros. 

El reciente “cierre” del gobierno (20-23 de Enero)  revela en extremo la incapacidad del sistema de siquiera acordar (vía resoluciones legislativas continuas) el financiamiento temporario de las actividades gubernamentales –a falta de acuerdo para aprobar el presupuesto de 2018. La fisura es tal que los partidos políticos ni siquiera pueden consensuar sobre el alcance de la amenaza rusa a la seguridad cibernética nacional, identificada por los servicios de inteligencia. Desacuerdo impensable hasta ahora. Y sería trágico  que no pudiesen acordar la regularización del status migratorio de los jóvenes (1 millón 800 mil aproximadamente) comprendidos en el programa DACA--acción diferida para menores traídos por sus padres antes de los 16 años, y que en su defecto serían deportados. Más del 80% de la opinión pública apoya su regularización migratoria. 

En suma, la verdadera amenaza a la prosperidad y continua grandeza de EEUU está en la polarización política corriente y en la consecuente parálisis de sus sistema político, agravada por la narrativa divisiva del Presidente Trump,  y no en la presencia o llegada de nuevos inmigrantes.

Washington, D.C.  Febrero 1, 2018




* Profesor de la Universidad de George Washington