Saturday, May 30, 2015

Candidatos y criterios para la OEA


RUBÉN M. PERINA |  EL UNIVERSAL
domingo 14 de septiembre de 2014  12:00 AM

La carrera para Secretario General de la OEA (SG/OEA) ya largó.  Su elección se realizará en los primeros meses del 2015,  para asumir el cargo en mayo, por 5 años, renovables.

Hasta el momento se han oficializado tres candidatos. El primero es el presente canciller de Uruguay, Luis Almagro, diplomático de carrera con puestos en Alemania, Irán y China. Seguidamente, el gobierno guatemalteco ha propuesto a Eduardo Stein, exvicepresidente y  canciller de Guatemala,  y Jefe de la Misión de Observación Electoral de la OEA  en Perú en el año 2000. En tercer lugar, el gobierno peruano ha postulado a Diego García Sayán, exministro de Justicia y de Relaciones Exteriores y  Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Nunca un ciudadano de Guatemala o Perú ha ejercido la Secretaría de la OEA.  

Rumores diplomáticos y de prensa también mencionan otros posibles candidatos. Entre ellos, el embajador de México ante la OEA, Emilio Rabasa y el expresidente de ese país, Felipe Calderón;  el embajador peruano Hugo de Zela, actual jefe de Gabinete del SG/OEA; la expresidente de Costa Rica, Laura Chinchilla;  el  expresidente de Panamá, Martín Torrijos;  el actual canciller del Paraguay, Eladio Loizaga;  el actual presidente de la CAF, el boliviano Enrique García y el expresidente de Bolivia, Carlos Mesa.

Las cancillerías de los  Estados miembros deberían considerar, entre otros, los siguientes criterios para su elección:

1.  El nuevo SG/OEA deberá demostrar cierto conocimiento del Sistema Interamericano (SIA) y del papel que ha tenido  la OEA en el mismo. De particular importancia debería ser su entendimiento y compromiso invariable con el rol de la organización  en  la promoción de la democracia y la observancia de los derechos humanos, valores institucionalizados en su Carta constitutiva y en la Carta Democrática Interamericana y que son la columna vertebral del sistema, así como la garantía de paz y seguridad del hemisferio. El nuevo SG/OEA no deberá  ser ambiguo, neutral ni indiferente sobre esto.

2. Entendiendo los límites no-intervencionistas de su cargo, deberá  exhibir coraje político para defender con firmeza la democracia y los instrumentos creados por los Estados miembros para su promoción y protección, y hacer de esto las verdaderas prioridades de la organización, junto a la seguridad y paz del continente. En particular deberá ser capaz de contrarrestar el intento de ciertos países de creciente tinte caudillista/populista de impedir el involucramiento de la OEA en la solución o siquiera el análisis de situaciones políticas que amenazan los derechos humanos y el orden democrático, o de rehusar su observación electoral, o de debilitar la Comisión Inter-Americana de Derechos Humanos, como han tratado Ecuador y Venezuela.

3. Por otro lado, el futuro Secretario deberá tener la capacidad de ejercer liderazgo administrativo para ajustar y redimensionar la burocracia interna de la organización a sus verdaderas prioridades, lo que implica resolver graves y urgentes problemas financieros internos y revalorar su capital humano (con frecuencia  menospreciado y mal utilizado),  cuyo compromiso con la organización se ha erosionado en los últimos años. Para ello tendrá que contar con asesores  y un jefe de Gabinete de alto nivel que maneje esos apremiantes asuntos así como la interacción  (tensas con frecuencia) con  los embajadores de los países en el Consejo Permanente de la OEA, cuyo consenso es necesario para el éxito de su gestión administrativa y diplomática.  Por otro lado, el nuevo Secretario debería comprometerse a ejercer sólo un período de los dos posibles y no debería tener aspiraciones políticas en su país,  como ha ocurrido en algunos casos.

En resumen, deberá ser un líder político/diplomático/administrativo con la capacidad de presentar una renovadora visión y misión de la OEA, enfocada en sus prioridades, y con la capacidad negociadora para generar el consenso, hoy esquivo,  que se requiere para hacerla realidad.  Para ello no se necesita ser un excanciller,  ex ministro o expresidente. El embajador Baena Soares de Brasil ha sido un muy exitoso Secretario General (1984-1994).

Todos los candidatos tienen méritos, pero ninguno es perfecto. Deberían exponer sobre la visión que tienen para la organización y cómo revitalizarla en un debate público en el Consejo Permanente y en otro televisado con alcance hemisférico; así, la opinión pública y los gobiernos que los votarán podrían  evaluarlos debidamente con los criterios aquí expuestos.



Diario ABC, Asunción, Paraguay
http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/intervencionismo-y-doble-moral-1353994.html
6 de Abril, 2015
Intervencionismo y doble moral
La Unasur recientemente rechazó el decreto del presidente Obama (9 de marzo, 2015) que declara a Venezuela como una “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y a su política exterior..,” por ser “una amenaza injerencista a la soberanía y al principio de no-intervención en los asuntos internos” venezolanos. Pero no condenan el intervencionismo que ejerce Venezuela y sus aliados en países latinoamericanos.
Para Obama, la amenaza a su país resulta de la violación de derechos humanos, los ataques a la prensa, las detenciones arbitrarias de opositores y la corrupción gubernamental en Venezuela, y por ello procede a prohibir visas y congelar bienes de los responsables –en su mayoría militares a cargo de servicios de seguridad e inteligencia–. Sin bien parece exagerada, la medida sirve para proceder legalmente contra actividades de narcotráfico y lavado de dinero que manejan esos individuos y otros cercanos al régimen chavista –la verdadera amenaza que el gobierno de Obama percibe y de la cual tiene derecho a protegerse–. Pero también alimenta el relato antinorteamericano de los presidentes Correa, Kirchner, Morales, Ortega y del propio Maduro que lo usa para tapar la crisis terminal de su país y para obtener superpoderes que le permiten coartar más libertades y derechos de los venezolanos.

Sin embargo, no parece injerencista expresarse en contra de las violaciones a los derechos humanos y sancionar a individuos transgresores en un continente donde la democracia y el respeto a los derechos humanos hoy día son valores comunes y supremos, cristalizados en la Carta Democrática Interamericana (CDIA) y en la Convención Americana de Derechos Humanos. Allí los Estados del hemisferio se han comprometido a su promoción y defensa colectiva. O sea, la “intervención” colectiva a favor de la democracia y los derechos humanos ha dejado de ser injerencia en los asuntos internos de un país americano. Pero si el multilateralismo falla, se abre la puerta al unilateralismo.
Por otra parte, lo que es “intervención” para unos es salvación para otros. Los estudiantes, ciudadanos y políticos venezolanos que protestan contra el encarcelamiento ilegal de sus líderes, la inseguridad ciudadana, la escasez y la inflación piden la “intervención” internacional y la aplicación de la CDIA. Para ellos el verdadero intervencionismo proviene de los cubanos que “asesoran” (¿controlan?) los servicios de inteligencia, y de la “alianza chavista” (Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Nicaragua) que defiende a Maduro y veta un debate público sobre la crisis venezolana.
Los aliados chavistas abusan del principio de no-intervención para proteger a gobiernos afines “progresistas” que, aunque electos democráticamente gobiernan autoritariamente, violentando las instituciones de la democracia republicana. Pero ignoran el principio e intervienen para defender esos gobiernos cuando la oposición a éstos resiste su autoritarismo. Por ejemplo, Chávez y Maduro apoyaron abiertamente al Presidente Zelaya en Honduras (2009) en su intento de cambiar ilegalmente la Constitución para reelegirse, y luego intervinieron en Paraguay (2012) para detener el juicio político contra el presidente Lugo, llegando al extremo de suspender al país, ilegalmente, de Mercosur y Unasur.
¿Y no es intervencionismo cuando Chávez se inmiscuyó en la crisis política de 2008 y las elecciones de 2009 en Bolivia a favor de Morales? O cuando envió dinero a Argentina para apoyar la campaña de Cristina Kirchner (2011). O cuando apoyó militar y logísticamente a la guerrilla colombiana. O cuando rompió relaciones con Panamá porque este país pretendió abrir un debate sobre la situación de Venezuela en la OEA (2014) ¿Y la injerencia de Lula en Bolivia y la de los Kirchner en Uruguay? Claro, el relato no-injerencista solo destaca la historia del intervencionismo norteamericano (innegable), pero ignora su propio intervencionismo y el de las guerrillas castro-comunistas de las décadas del 60 y 70 en varios países de las Américas.
Es hora de “aggiornarse” y de terminar con el anacronismo antiintervencionista aplicado sólo a Estados Unidos, y es tiempo de aceptar que es inevitable cierto “intervencionismo” de todos, porque vivimos en un hemisferio cada vez más interdependiente, donde la mayoría de los problemas-desafíos son inter-mésticos (parte domésticos y parte internacionales). Por ello es ingenuo pretender excluir a Estados Unidos o que se desentienda de lo que ocurre con sus vecinos, particularmente en caso de amenazas a la democracia y la seguridad continental.
Por otro lado, es también obsoleto e inútil usar el no-intervencionismo para encubrir las violaciones a los derechos humanos y a las instituciones democráticas perpetradas por gobiernos ideológicamente obtusos, incompetentes y corruptos.
Los derechos humanos y la democracia ya no son temas estrictamente domésticos. Son de interés hemisférico, nos debe preocupar a todos y nadie debe callar o ignorar sus violaciones.
 (*) Profesor de George Washington University



Rubén M. Perina, Ph.D.
Professorial Lecturer
Latin American and Hemispheric Program
Elliot School of International Affairs
George Washington University

  @rubenperina