Monday, October 7, 2013

RMP REFLEXIONES: Estados Unidos y Paraguay, ¿una nueva relación?

RMP REFLEXIONES: Estados Unidos y Paraguay, ¿una nueva relación?: Estados Unidos y Paraguay, ¿una nueva relación? Por  Rubén M. Perina (*) http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/estad...

US democracy and the Inter-American Democratic Charter


US democracy and the Inter-American Democratic Charter


The gridlock between the Republican controlled House and the Obama administration is destroying US democracy… It might require an inter-American collective diplomatic effort, in the framework of the  Inter American Democratic Charter,   to save it.  (Just kidding??) 

La ONU y la Intervención Humanitaria (o Multilateralismo vs Unilateralismo) plus Translation


La ONU y la Intervención Humanitaria (o Multilateralismo vs Unilateralismo)

Perfil,  Buenos Aires 
        
Por Rubén M. Perina | 14/09/2013 | 02:07

Igual que en Panamá, Kosovo, Libia, la parálisis de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para resolver la crisis siria da lugar a una posible acción militar unilateral de Estados Unidos. Cuando falla el multilateralismo, el unilateralismo reina. 

Ahora el régimen sirio de Bashar al Assad admite posesión de armas bioquímicas, y es probable que las haya utilizado en agosto pasado, causando la muerte de más de 1400 civiles incluyendo unos 400 niños. Videos de la masacre son conmovedores. El hecho representa un crimen de lesa humanidad, violatorio de normas internacionales sobre armas químicas de 1925 y 1993. Los inspectores de la ONU seguramente confirmarán su uso, aunque no señalarán al responsable.

Ni tratados internacionales, ni la posible condena de la ONU por su violación y/o por la responsabilidad colectiva de proteger a poblaciones vulnerables (intervención humanitaria), ni la amenaza de un ataque militar norteamericano disuadieron al gobierno sirio de usar dichas armas.

En el Consejo de Seguridad de la ONU, el veto de China y Rusia (principal aliado sirio), ha impedido el consenso para condenar y sancionar al transgresor y prevenir futuras masacres. Varios países, entre ellos sudamericanos, sí han condenado un posible ataque militar norteamericano contra Siria, y han demandado negociaciones y paz, pero sin destacar el genocidio perpetrado y sin proponer una acción realista para evitar su recurrencia. La seguridad de la población no parece preocupar tanto como el “intervencionismo” y la soberanía del estado represor.

El gobierno estadounidense no tiene dudas de que el responsable es el dictador sirio y aunque su presidente prefiere la acción multilateral y no quiere otra guerra, la horrible situación siria lo ha convertido en el “guerrero renuente.” 
Varias exigencias inherentes a la condición de líder y primera potencia mundial de Estados Unidos lo inclinan a intervenir. Entre elllas, la necesidad de mantener la autoridad y credibilidad de su presidencia y de su país en lo doméstico e internacional; la responsabilidad moral y humanitaria que ha asumido unilateralmente (y presumidamente); la obligación de cuidar sus intereses geo-políticos y estratégicos en la región y los de sus aliados (Arabia Saudita, Israel, Jordania y otros); la necesidad de debilitar al régimen sirio y facilitar la victoria de la oposición, y de prevenir el uso futuro de armas químicas, así como evitar que Irán se sienta envalentonada para lograr armas nucleares.
Sin embargo, su inclinación al uso de la fuerza ha encontrado una considerable crítica y oposición en la opinión pública (más del 60% ) y en la clase política, por diferentes y opuestas razones, incluyendo la falta de claridad en los objetivos del ataque (¿limitado, o destitutivo de Al Assad?). Por ello Obama ha solicitado la autorización del Congreso pero no es seguro que lo conseguirá.
Afortunadamente, en los últimos días surgió una propuesta norteamericana/rusa, aceptada por Siria, que la forzaría a entregar y destruir su arsenal químico. La inminencia del ataque tuvo su efecto. Es una solución diplomática indesperdiciable, y un alivio o “salvavida” para todos. Nadie quiere la guerra. Pero su implementación via ONU será difícil y compleja mientras continue la guerra civil y Al Assad se mantenga en el poder. No hay garantías de que no siga masacrando a su población. Así, la inestabilidad, inseguridad y violencia de la región probablmente empeoren.
La parálisis del multilateralismo para responder rápida y contundentemente a la comisión de crímenes de lesa humanidad exige una profunda reflexión para revitalizar el Consejo de Seguridad como instrumento effectivo de una gobernanza global que garantice la paz y la seguridad internacional, y prevenga el intevencionismo unilateral. 
Un tema sería la democratización de su sistema de decisiones: aumentando el número de sus miembros permanentes, eliminado o relativizando su derecho al veto (que inmoviliza a la ONU cuando se requiere intervención humanitaria), y permitiendo una mayor participación de la Asamblea General en decisiones sobre crisis humanitarias.



Translated by Joseph A. Pearson
The UN and humanitarian intervention
Ruben M. Perina

As in Panama, Kosovo, and Libya, the paralysis affecting the United Nations (UN) in resolving the Syrian crisis gives way to possible unilateral military action by the United States. When multilateralism fails, unilateralism reigns.

The Bashar al Assad regime has now admitted to the possession of biochemical weapons which it is likely to have used last August in the killing of  more than 1,400 civilians, 400 of which were children. Videos of the massacre are distressing. This event represents a crime against humanity, in violation of international norms regarding chemical weapons established in 1925 and 1993. While UN inspectors can surely confirm the use of chemical weapons, they do not have the mandate to identify the perpetrators.

Nothing was able to discourage Syria from using these weapons. International treaties were ignored. A possible UN condemnation for committing this violation or for ignoring the collective responsibility to protect vulnerable populations (humanitarian intervention) had no effect. Even the threat of a U.S. military attack on the Syrian government did not deter its use of chemical weapons.

Within the UN Security Council, the Chinese and Russian veto power (both principal allies of Syria) has prevented the necessary to condemn the Syrian government, punish those responsible, or even to prevent future massacres. Several countries, including various South American ones, have denounced a possible U.S. military strike against Syria, demanding negotiations and peace. However, they have failed to highlight the genocide or propose realistic action to prevent the recurrence of any such event. The safety of the population does not seem as important as  "non-interventionism" and  sovereignty of the repressor.

The U.S. government is doubtless in its assertion that the Syrian dictator is responsible and, although its president prefers multilateral action and does not want another war, the horrible situation in Syria has made the U.S. a “reluctant warrior.”

Because of its status as a world power and leader, several of the inherent demands put upon the U.S compel it to intervene: the need to maintain the authority and credibility of the presidency and the country both domestically and internationally; the assumed (and presumed) responsibility it has taken on for global humanitarian and moral issues; the obligation to protect its geo-political and strategic interests in the region, as well as those of its allies (Saudi Arabia, Israel , Jordan and others ); the need to weaken the Syrian regime and facilitate the opposition’s victory; the need to prevent the future use of chemical weapons; and, finally, the desire to avoid the emboldening of Iran in the development of nuclear weapons .

However, the president’s inclination to use force, found considerable criticism and opposition in public opinion (over 60 %) and in the political class for different and opposing reasons, including the lack of clarity in the objectives of the attack (limited or to remove Assad?). Thus, President Obama has asked for congressional authorization, which is not sure he will obtain.

Fortunately, a recent American/Russian proposal has emerged and  been accepted by Syria. This proposal would force Syria to surrender and destroy its chemical arsenal. The imminence of a U.S. unilateral attack had its impact. Indispensable and diplomatic, this proposed solution is a “lifesaver" for all as no one wants war. However, the implementation of this proposal via the UN will be difficult and complex while the Syrian civil war continues and Al Assad remains in power. There are no guarantees that Syria will not continue to massacre its population. Thus, instability, insecurity, and violence in the region will probably worsen.

Multilateralism’s paralysis to respond quickly and decisively to crimes against humanity requires deep reflection to revitalize the Security Council as an instrument of global governance, one which would ensure international peace and security and prevent unilateral intervention. One consideration would be the possible democratization of the decision-making process: increasing the number of UN permanent members; eliminating or relativizing the veto (which immobilizes the UN when humanitarian intervention is required); and allowing greater participation by the General Assembly in decision making on humanitarian crises.


Siria y el fracaso de la ONU





RUBÉN M. PERINA , Ph.D.|  


Siria y el fracaso de la ONU

EL UNIVERSAL, Caracas, Venezuela
Miércoles 11 de septiembre de 2013 

Si es verdad que el régimen sirio de Bashar al-Assad ha utilizado armas químicas (sarín) contra la oposición y su propia población el 21 de agosto pasado, resultando en la muerte de más de 1.400 inocentes civiles, incluyendo unos 400 niños, ello representa un crimen de lesa humanidad, violatorio de normas internacionales (Protocolo de Ginebra de 1925 y Convención sobre armas químicas de 1993). Los inspectores de la Organización de Naciones Unidas (ONU) seguramente confirmarán el hecho, pero no tienen mandato para determinar quién utilizó tales armas. El gobierno norteamericano, por su parte, no tiene dudas sobre el hecho (como en Irak) ni tampoco de que el responsable es el dictador sirio.
Ni los tratados internacionales, ni la posible condena y reacción de la ONU, por su violación y por la responsabilidad colectiva de proteger a poblaciones vulnerables (intervención humanitaria), ni la amenaza de un ataque militar norteamericano disuadieron al gobierno sirio de usar armas químicas. El Consejo de Seguridad de la ONU tampoco ha logrado el consenso necesario para condenar y menos actuar para sancionar al transgresor y prevenir futuras masacres del pueblo sirio. China y Rusia se han opuesto a ello.
 Sin embargo, varios países, los sudamericanos (Unasur) entre ellos, sí han condenado un posible ataque militar norteamericano contra el régimen sirio, y han hecho un llamado por la paz y las negociaciones (que no ha prosperado), sin poner énfasis en el genocidio perpetrado y sin proponer una acción realista y urgente para evitar su recurrencia. La seguridad de la población no parece preocupar tanto como el "intervencionismo" y la soberanía del Estado represor. La violación a los derechos humanos, por másaberrante que sea, pasa a segundo plano.
 Como en otras ocasiones similares (Panamá, Kosovo, Libia), la parálisis o abdicación de la responsabilidad multilateral, da lugar a una intervención unilateral y militar de Estados Unidos. Aunque su presidente, el "guerrero renuente", prefiere la acción multilateral y no quiere a su país en otra guerra (ha terminado la de Irak y está finalizando la de Afganistán), la horripilante situación siria y las presiones para intervenir han podido más que su preferencia. Alguien tiene que encargarse de la gobernanza global.
 Al presidente Obama lo "impulsan" a intervenir varias exigencias inherentes a la condición de líder y primera potencia mundial de Estados Unidos. Entre ellas, la responsabilidad moral y humanitaria que ha asumido para proteger la vigencia de derechos humanos elementales y de normas internacionales como la prohibición del uso de armas bioquímicas; la obligación de cuidar sus intereses geopolíticos y estratégicos en la región y los de sus aliados (Israel, Jordania, Egipto, Arabia Saudita, Turquía, Irak); la necesidad de prevenir la impunidad y el uso futuro de armas químicas en la región y además evitar que Irán (y Corea del Norte) se sientan envalentonadas para lograr armas nucleares; la presión doméstica e internacional de castigar y debilitar al régimen de Al-Assad y facilitar su caída y la victoria de la oposición; y por último, la responsabilidad de mantener la autoridad y credibilidad de su presidencia y de su país.
Dada la considerable oposición de la opinión pública(59%) a un ataque militar, y las constantes críticas de importantes sectores republicanos, demócratas y del Tea Party, por diferentes y opuestas razones, el presidente solicitó al Congreso estadounidense autorizar o no el ataque militar. No está claro cuál será el resultado de la votación, pero en cualquier caso es muy probable que la inestabilidad, inseguridad y violencia de la región continúe o empeore.
 La parálisis y fracaso del multilateralismo para prevenir o reaccionar rápida y contundentemente contra la comisión de crímenes de lesa humanidad y así asegurar la paz y la seguridad internacional (que de hecho facilita la intervención unilateral) exige una profunda reflexión tendente a modificar y revitalizar el papel de la ONU y su Consejo de Seguridad. Un elemento a considerar es la democratización de su sistema de decisiones: aumentando el número de miembros permanentes, eliminado o relativizando su derecho al veto (que inmoviliza a la ONU y la torna irrelevante en casos que requieren intervención humanitaria), y permitiendo una mayor participación de su Asamblea General en decisiones sobre crisis humanitarias en base a informes del secretario general.

Profesor en George Washington y Georgetown University


Estados Unidos y Paraguay, ¿una nueva relación?


Estados Unidos y Paraguay, ¿una nueva relación?

ABC COLOR, Asunción, Paraguay
22 De Setiembre de 2013

Es probable que el presidente Horacio Cartes se encuentre con el presidente Obama durante su próxima visita a las Naciones Unidas, lo que podría ser la ocasión para relanzar o revitalizar la relación entre ambos países.
El nuevo gobierno paraguayo, electo en comicios ejemplares en abril pasado, busca una nueva inserción regional e internacional, más dinámica, más flexible y más diversificada, particularmente después de la injusta e ilegal suspensión que el país sufrió por parte del Mercosur y de Unasur. Estos alegaron que se derrocó ilegítimamente al Presidente Lugo (junio de 2012), cuando en realidad se lo destituyó vía juicio político parlamentario y constitucional, a pesar de la presión y la injerencia de los cancilleres sudamericanos llegados a Asunción y liderados por el canciller venezolano, Nicolás Maduro –quien además arengó a los militares paraguayos para que salieran a defender a Lugo–.
Argentina, Brasil y Uruguay utilizaron la ausencia paraguaya del bloque regional para incorporar torpe e ilegalmente a su aliado ideológico, Venezuela –incorporación que el Congreso paraguayo había negado previamente.
A pesar de ello, el Presidente y su canciller, Eladio Loizaga, han destacado la importancia que tienen para el Gobierno y el país las relaciones bilaterales con sus vecinos y tienen la determinación de recomponerlas. La participación plena de Paraguay en las actividades del Mercosur dependerá de cómo se resuelve la presencia ilegal de Venezuela en el bloque, incluyendo ahora su presidencia del mismo. La situación se complica además por el retiro de Venezuela del sistema interamericano de derechos humanos (La cláusula democrática del Mercosur implica un compromiso con la democracia y los derechos humanos).
Este curso de acción comenzó en reuniones del Presidente con sus pares durante la inauguración presidencial y en el cónclave de Unasur en Surinam, y existe una agenda de visitas presidenciales a Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, con propuestas para avanzar en temas de comercio, zonas francas, transporte, puentes, represas, energía, aduana, infraestructura, seguridad fronteriza, cooperación técnica, entre otros. Las recientes visitas a Argentina y Chile concluyeron con importantes coincidencias para adelantar los mismos. Paraguay busca flexibilizar su relación política y comercial con el Mercosur, para abrirse al mundo y profundizar, por ejemplo, su interacción comercial con los países de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, Costa Rica México, Perú). Su canciller ha expresado que Paraguay no puede limitar sus relaciones exteriores al Mercosur.
El potencial de desarrollo del país es considerable, por sus recursos naturales y su ubicación en el corazón de Sudamérica (se estima que este año crecerá más del 12%). Su desarrollo económico es un requisito fundamental para que el Presidente pueda cumplir su compromiso de emprender una lucha exitosa contra la pobreza. Cartes es un hombre moderno, con capacidad gerencial, con visión y objetivos claros para sacar el Paraguay del subdesarrollo. Es un empresario que cree en las fuerzas del mercado y el libre comercio como motores del desarrollo, sin descuidar el poder regulatorio y guiador del Estado. Bajo su conducción política tiene un gabinete de fuerte tinte profesional con el que pretende llevar a cabo una gestión estatal eficaz (efectiva y eficiente). Pero el país requiere inversiones para expandir su sector agropecuario, industrial y energético y desarrollar su capacidad de exportación más allá del Mercosur. Por ello, el Presidente también se comprometió a combatir la corrupción y garantizar la seguridad jurídica y la vigencia del estado de derecho –imprescindibles para generar la confianza de los inversores–. Paraguay y su Presidente merecen el apoyo de los gobiernos vecinos y el de los Estados Unidos.
Estados Unidos, como líder hemisférico interesado en la democracia, economías de mercado y el libre comercio, debería apoyar expresamente los esfuerzos de este nuevo Paraguay –país que ha sido históricamente un fiel aliado–. No debería abandonarlo a la esfera de influencia del Brasil, supuesto líder de la sub-región, y al que no ha querido ofender. Paraguay es una nación con un profundo sentido de soberanía e independencia y no se someterá a encasillamientos arbitrarios.
Así, el Gobierno estadounidense podría apoyar diplomáticamente la inserción paraguaya en la Alianza del Pacífico y podría alentar el comercio bilateral y la inversión norteamericana en sectores estratégicos como el agropecuario-industrial y el energético renovable. También podría colaborar en la lucha contra el narcotráfico y la perturbadora guerrilla. A tal efecto, ambos países podrían iniciar conversaciones para explorar cómo reactivar el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación de 1859, todavía vigente.

*Profesor de las Universidades de Georgetown y de George Washington