Saturday, May 30, 2020



Trump vs el Coronavirus 
Rubén M. Perina, Ph.D.
(versión actualizada de la que apareció en Clarín, 5-4-20)


¿Cómo ha respondido el gobierno el presidente Trump a la vertiginosa y agresiva pandemia generada por el coronavirus?   Un enemigo extra-humano, invisible, silencioso, letal, que no sólo infecta y mata a la gente directamente; sino que, además, al tratar de contenerlo vía confinamiento social, colapsan las economías del mundo y se destruye la vida de millones. 

Los límites del sistema. La respuesta ha sido decepcionante e inadecuada Estados Unidos, la democracia más antigua del mundo con la economía más rica del globo,  exhibe sin embargo un sistema de gobierno federal, con una fuerte división poderes entre el nivel federal,  estatal y municipal, que de por sí constituye una seria limitación estructural a la capacidad del gobierno nacional de responder en forma centralizada, coordinada, rápida y efectiva. La limitación se acentuó con la desidia e incompetencia de la administración Trump. El presidente ignoró y minimizó las noticias en los medios y las advertencias que sus asesores y agencias de inteligencia le hicieron en enero. Caracterizó las noticias como una farsa, aseguró que el patógeno sería fácilmente controlado y acusó a los medios de alarmistas y de querer perjudicar su re-elección.  

Demora e incoherencia. Pero cuando la pandemia ya era una realidad a mediados de marzo, se evidenció la falta de preparación de su gobierno, así como la demora en liderar y coordinar una respuesta federal. Crecía la crítica de gobernadores y alcaldes por la falta instrumentos para pruebas de infección (testeo)y de insumos médicos requeridos en los hospitales. La bolsa de valores se derrumbaba (30%) y la economía caía en recesión. Cundía confusión y no se percibía en la presidencia una estrategia integradora, ni sentido de urgencia o propósito común. 

Recién a mediados de marzo, el presidente decretó el distanciamiento social voluntario que, luego, ante la creciente gravedad, lo expandió hasta final de abril. Canceló vuelos de China y luego de Europa; impuso un cierre de fronteras; instaló el tele-trabajo para el gobierno; anunció que dos navíos-hospitales llegarían a Nueva York y a los Ángeles; y después de insistir que no era necesario, activó el Decreto de Defensa de la Producción de 1950, exigiendo al sector privado producir insumos de protección médica y respiradores; y anunció que el gobierno federal distribuiría los que tuviese disponible.  Para enfrentar la crisis sanitaria, ha movilizado el Centro para el Control de Enfermedades, un Grupo de Tarea, la Agencia Federal de Administración de Emergencias, el Departamento de Salud y el Departamento de Defensa. También cuenta en el sector económico/financiero con la Agencia para Pequeñas Empresas, el Departamento del Tesoro (Ministerio de Economía) y la Reserva Federal (Banco Central). 

Pero hasta el 4 de abril, los hospitales en los estados más afectados (New York, California, Washington, Illinois, Michigan, Louisiana) no daban abasto, al igual que doctores, enfermeras y técnicos; escaseaban las pruebas, así como camas, ropa protectora (guantes, máscaras, batas etc), respiradores, y no existe medicina o vacuna alguna todavía. Tampoco se observaba todavía una política coherente y contundente de confinamiento social a nivel federal ni de distribución de insumos de tratamiento y protección.  

Salvataje del Congreso. Mientras tanto, el secretario del Tesoro y líderes del Senado y la Cámara de Representantes (controlada por la oposición), acordaron tres paquetes legislativos de emergencia para la provisión de insumos médicos y rescate de la economía. El más grande se aprobó a finales de marzo, vía la ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica(CARES Act)por el sideral monto de 2.2 trillones de dólares. Trump lo firmó inmediatamente. La masiva respuesta busca evitar el colapso del sistema económico/financiero, con garantías, subsidios, transferencias y préstamos para bancos, corporaciones, familias e individuos, a fin de mantener la liquidez, la producción, el empleo, los servicios y el consumo durante la parálisis económica causada por el confinamiento social. 

Los beneficiados.La ley apunta a mantener funcionando a pequeñas empresas,así como a las grandes corporacionesmás afectadas (transporte, aviación, automotores, hotelería, gastronomía, turismo), incluyendo las del sector bancario y el agrícola-ganadero. En el sector socialse distribuirán 300 billones de dls. para hogares e individuos --con alivios para pagos de seguros médicos y la expansión del seguro de desempleos y de programas de alimentación y nutrición de niños. Asimismo, se beneficiarán trabajadores informales y auto-empleados, jubilados, universitarios, fundaciones y organizaciones filantrópicas. Hospitalesdispondrán de subsidios y líneas de crédito para la adquisición de insumos médicos y pagos por el seguro de salud de pacientes. Farmacéuticas y Universidadesrecibirán apoyo para acelerar el desarrollo de vacunas y remedios, al igual que productores de insumos protectores y respiradores.Los gobiernos estatalesy municipalesrecibirán billones para evitar despidos y mantener sus servicios de educación, transporte, salud pública, y otros.

Liderazgos sustitutivos. Ante la respuesta, fragmentada, incompetente y tardía de la presidencia, losgobernadoresde los estados más afectados han asumido el liderazgo de confinar a la población, de conseguir (compitiendo entre sí) los insumos sanitarios y de enfrentar la avalancha de infectados y muertos, sin los recursos necesarios. Su clamor público y demandas revelaron la desidia de Trump.  La empresa privada, también se ha unido al esfuerzo nacional, anunciado (Ford, GM, 3M, y varias otras) que reconvertirán su capacidad productiva hacia insumos, pruebas, medicinas y el desarrollo de vacunas. 
         
Conclusión.Le atañe ahora al gobierno federal salir de su inoperancia e implementar con rapidez y eficacia (lo que está en duda) el  paquete de alivio y rescate,  así como un programa masivo de testeo para identificar los infectados y asintomáticos (los más contagiosos), y toca a los ciudadanos permanecer atrincherados y precavidos, lavándose las manos constantemente y respetando el distanciamiento social para mitigar el contagio, hasta que se encuentre una medicina o vacuna. 

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