Qué busca Trump………..?
Las recientes
declaraciones y comportamiento del presidente Donald Trump en reuniones con lideres de la Unión Europea, la
OTAN y con el Presidente Putin (Julio 11-16) han causado una avalancha de repudio
y críticas en el interior el “establishment”
norteamericano.
La indignación y los reproches provienen de columnistas y editoriales de medios escritos como el Washington Post, The New York Times e inclusive del muy republicano The Wall Street Journal, o de medios televisivos como CNN o NBC y hasta de FOX (prácticamente el vocero de Trump), así como de académicos expertos de think tanks, ex diplomáticos y militares, u oficiales de los servicios de inteligencia (CIA, FBI, NID), y por supuesto de políticos y jerarcas legislativos del partido demócrata y del propio partido republicano, del presidente. Y es de suponer que los 66 millones que votaron por Hillary Clinton en 2016 tampoco estarán muy satisfechos con su conducta.
La indignación y los reproches provienen de columnistas y editoriales de medios escritos como el Washington Post, The New York Times e inclusive del muy republicano The Wall Street Journal, o de medios televisivos como CNN o NBC y hasta de FOX (prácticamente el vocero de Trump), así como de académicos expertos de think tanks, ex diplomáticos y militares, u oficiales de los servicios de inteligencia (CIA, FBI, NID), y por supuesto de políticos y jerarcas legislativos del partido demócrata y del propio partido republicano, del presidente. Y es de suponer que los 66 millones que votaron por Hillary Clinton en 2016 tampoco estarán muy satisfechos con su conducta.
En
primer lugar, ¿qué hizo Trump para causar tanta conmoción
en el “establishment”?Para sus miembros, sus dichos públicos o
vía twitter contra las primeras ministras Theresa May, de Gran Bretaña, por su manejo del Brexit, o contra la Angela
Merkel, de Alemania, por su postura vis-a
-vis la inmigración o el oleoducto proveniente de Rusia, han
sido humillantes e improcedentes para tan importantes y tradicionales aliados.
Inaceptable también
ha sido su caracterización de la Unión Europea como enemiga (“foe”) en materia comercial, mientras
que a la OTAN (organismo de transatlántico de seguridad
colectiva) la ha descalificado como anacrónica y abusiva de la generosidad de
Estados Unidos. Para el “establishment”, la conducta de Trump sólo ha
logrado distanciar a Estados Unidos de sus
principales aliados.
Por
otro lado, su visita con Putin y los posteriores comentarios benévolos y
conciliatorios hacia el autócrata ruso, han desatado aún más la
ira y el rechazo del “establishment.” Es que Putin
es considerado el principal adversario,
sino el enemigo, de los Estados Unidos en el concierto internacional, por su
poderío nuclear, espacial y agresividad militar (intervenciones en Georgia,
Crimea, Siria) y ciberespacial. Putin representa, el desafío más directo y peligroso
para la seguridad y la democracia norteamericana y del mundo.
Los recientes informes de los organismos de inteligencia
han confirmado su interferencia en las elecciones de 2016 a
favor de Trump, así como sus persistentes intentos de
penetrar y erosionar el sistema político y la infraestructura ciberespacial y
física (energética, por ejemplo) de Estados Unidos. También lo han ratificado
el Comité de Inteligencia del Senado y su propio Departamento de Justicia, que
ha sancionado a varios “oligarcas” rusos e imputado a doce agentes de
inteligencia rusos.
El presidente de Estados
Unidos, Donald Trump, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, esperan
comenzar una reunión en Helsinki (AFP).
Lo más ofensivo y desconcertante para el “establishment”
fueron sus declaraciones en la conferencia de prensa conjunta, al final de
la reunión con Putin. Allí Trump prácticamente rechazó
los informes de sus propias agencias de inteligencia y
prefirió aceptar la negativa de Putin sobre su interferencia en las elecciones.
Luego, ante el generalizado rechazo que provocaron sus dichos, trató de
retractarse, pero ya nadie le creyó, dada su historia de mentiras y desmentidas.
El ex jefe de la CIA, John Brennan, hasta consideró que los dichos y
acciones del presidente se acercaban peligrosamente a actos
de traición a la patria.
Un segundo punto es que los
críticos del presidente, sin embargo, no alcanzan a explicar o comprender su
conducta. Para algunos, Trump rechaza los informes
de interferencia rusa en las elecciones de 2016 porque ello supone aceptar el
cuestionamiento a la legitimidad de su triunfo electoral. Lo único que
pareciera preocuparle es su ego, su popularidad personal, más que la amenaza a la seguridad y democracia
norteamericana.
Por otro lado, nadie parece tener claro cuál
es su objetivo o estrategia vis-a-vis Rusia,
más allá de sus anodinos comentarios de que es mejor tener buenas relaciones
con ese país. Lo que es claro para muchos es que su conducta es revolucionaria
o disruptiva del sistema internacional de los últimos 70 años.
Por diseño (¿Steve Bannon?) o por ignorancia o
improvisación, lo que sí parece estar consiguiendo este personaje por
sí sólo (¿en complicidad inadvertida con Putin? Atención los
“estruturalistas”) es la división en la alianza transatlántica
liberal que el propio Estados Unidos lideró y
construyó con instituciones como la OTAN y la Unión Europea después de la
Segunda Guerra mundial, alianza que luego lideró la construcción de un
orden internacional con instituciones como la ONU, la OMC, el G7 y
otras; un orden liberal de relativa estabilidad
y prosperidad.
La incógnita ahora es si esta turbulencia
trumpiana es sólo transitoria, o si estamos en el
portal de un camino al pasado (siglos XVII-XIX) hacia un sistema
internacional multipolar donde predominarían el nacionalismo, el unilateralismo
y la competencia o la lucha por el poder de todos contra todos (realismo puro),
y donde cada una de las potencias que lo componen buscaría aumentar su
poderío económico y militar y su seguridad, con alianzas circunstanciales
para prevenir que cualquiera de ellas predomine sobre las otras. Esto es, el
retorno a un nuevo sistema de balance de poder.
* Rubén M. Perina es profesor de la George
Washington University
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