La Verdadera Amenaza a la Democracia
Norteamericana
Los vulgares dichos recientes del Presidente
Trump contra migrantes de países de África, Centro América y el Caribe (shitholes o países de mierda, los
llamó), son consistentes con sus
exabruptos contra mejicanos, musulmanes y refugiados sirios, a quienes
considera una amenaza para la seguridad del país y la prosperidad de los
trabajadores de clase media. Incluso en su discurso
sobre el estado de la Unión no pudo dejar de asociar la inmigración con
la inseguridad fronteriza, el crimen, el terrorismo, el narcotráfico, la mano
de obra no calificada, los bajos salarios, etc. ¿Refleja esta
narrativa el sentimiento y los valores de la mayoría de los norteamericanos, y
es la inmigración la verdadera amenaza a la seguridad y prosperidad de EEUU?
Veamos.
En primer lugar, recordemos
que Trump perdió el voto popular por 3 millones de votos (62 millones vs 65
millones de Hillary Clinton), y además sus 62m sólo representan el 25.9 % de
los votantes elegibles (unos 231 millones). En noviembre de 2016 sólo votó un
55% de los elegibles (123 millones). Sin embargo, por las peculiaridades del
sistema electoral norteamericano (elecciones indirectas vía Colegio Electoral, gerrymandering), los republicanos
ganaron la presidencia y controlan ambas cámaras legislativas. Trump ganó en distritos estatales claves
porque supo explotar las ansiedades y descontento de una minoría ignorada por “el
establishment,” usando un discurso divisivo, populista, demagógico,
nacionalista, proteccionista, anti-establishment, anti-inmigrante y anti-globalización.
Segundo, su personalidad, estilo de gobernar y comentarios, vía
tuit o no, han producido un generalizado rechazo e indignación en gran parte de
la opinión pública. Reconocidos
analistas en los más prestigiosos medios
como CNN, MSNBC, PBS, periódicos como el Washington
Post y el New York Times, o
revistas como Atlantic, El Economist, el New Yorker, o libros como Fire
and Fury, entre otros, lo tienen calado, lo cuestionan,
lo critican, lo resisten. Exponen diariamente su racismo, su
ignorancia, su fanfarronería y narcisismo, sus mentiras y contradicciones, su
desprecio por las instituciones, sus ataques descalificadores a sus adversarios
políticos, sus ofensas a mujeres, etc. Y
ni hablar de la resistencia y oposición de los Demócratas y del
“establishment.” Además un Fiscal especial lo investiga por posible colusión
con agentes rusos durante el proceso electoral y/o posible obstrucción de
justicia.
En tercer lugar, unas recientes encuestas nacionales indican
que sólo el 36% aprueba su gestión,
mientras que el 58% la desaprueba. Un 52% piensa
que es racista y un 70% cree que
su conducta no es presidencial. A
finales del año pasado, sus candidatos perdieron elecciones en Virginia y
Alabama
Además, sus comentarios no sólo denotan sus prejuicios y una
actitud anti-inmigrante y racista, pero también
reflejan su ignorancia y/o desprecio por la historia de la inmigración y
lo que ha significado para este país. Trump parece desconocer que EEUU es tierra de inmigrantes de todas partes del
mundo, atraídos por ser la tierra de la libertad y tolerancia religiosa, de las
oportunidades económicas. La mayoría reconoce que el desarrollo, dinamismo y
grandeza del país se debe en gran parte
a su diversidad y pluralismo racial. Esa
diversidad está aglutinada por la
prevalencia de valores e instituciones democráticas que garantizan los derechos
y libertades individuales, el estado de derecho, la justicia social, la igualdad ante la ley y otros valores que
afianzan la dignidad humana.
Pero lo triste y lamentable del comportamientos de Trump es que
ahonda la grieta socio-cultural y económica entre gran parte de su base
electoral minoritaria (población blanca, evangelista, de clase media y
baja, urbana y rural de poca educación) y
los que votaron por Hillary. Trump, en vez gobernar para todos, promoviendo el
respeto mutuo, la tolerancia y la moderación y el consenso político, más bien
exacerba los prejuicios raciales, anti-inmigrantes, y profundiza la actual
polarización política. Su demagogia populista contribuye al endurecimiento de posturas
ideológicas extremas (liberales vs conservadores) intra e inter-partidarias
entre el partido Republicano y el
Demócrata.
La polarización actual contravine las
normas y prácticas tradicionales de la democracia norteamericana. Cunde la
narrativa divisiva, ríspida, negativa y descalificadora. El centro moderado se ve estrujado y paralizado por los extremos liberales y conservadores de
ambos partidos, culminado en la inoperancia y parálisis del sistema político,
con drásticas y dramáticas consecuencias para el funcionamiento del gobierno y la
aplicación de políticas publicas en salud, medio ambiente, inmigración, defensa
y otros.
El reciente “cierre” del gobierno (20-23 de Enero) revela en extremo la incapacidad del sistema
de siquiera acordar (vía resoluciones legislativas continuas) el financiamiento
temporario de las actividades gubernamentales –a falta de acuerdo para aprobar
el presupuesto de 2018. La fisura es tal que los partidos políticos ni siquiera
pueden consensuar sobre el alcance de la amenaza rusa a la seguridad
cibernética nacional, identificada por los servicios de inteligencia.
Desacuerdo impensable hasta ahora. Y sería trágico que no pudiesen acordar la regularización del
status migratorio de los jóvenes (1 millón 800 mil aproximadamente)
comprendidos en el programa DACA--acción diferida para menores traídos por sus
padres antes de los 16 años, y que en su defecto serían deportados. Más del 80%
de la opinión pública apoya su regularización migratoria.
En suma, la verdadera amenaza a la prosperidad y continua grandeza
de EEUU está en la polarización política corriente y en la consecuente
parálisis de sus sistema político, agravada por la narrativa divisiva del
Presidente Trump, y no en la presencia o
llegada de nuevos inmigrantes.
Washington, D.C. Febrero 1,
2018
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